A principios de los noventa el Gobierno de Israel adoptó una postura clara con respecto a las startups. La creación de un programa de incubadoras tecnológicas en 1991 supuso una innovadora solución que dio como resultado el floreciente ecosistema con el que cuentan hoy en día.
La idea era apoyar a los jóvenes emprendedores, la mayoría de ellos sin experiencia previa, que luchaban por conseguir la financiación necesaria para convertir sus ideas en negocios sostenibles.
El Estado asumió la mayor parte del riesgo y proporcionó un 85% de la financiación que necesitaban las nuevas empresas para sus grandes inversiones en I+D. A ello añadió buenas universidades que fabricaban talento año tras año.
Actualmente, sin llegar a los 9 millones de habitantes, cuentan con el mayor número de nuevas empresas per cápita del mundo: entre 6000 y 8500 nuevas empresas activas, 20 unicornios, 350 centros de I+D de empresas multinacionales y 240 fondos de capital riesgo que invierten en startups locales.
En el Tour de Francia de este año contaron con un equipo ciclista, que, a pesar de su discreto papel, luce con orgullo el emprendimiento en su nombre: ‘’Israel Startup Nation’’.
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