Hace unos días el cohete Vega, el mejor satélite espía español, el que podía abrir las puertas a nuestro país para entrar con más peso en la Agencia Espacial Europea, se desvió de su trayectoria.
A los 8 minutos del despegue se daba por perdida la misión. Se habían invertido 200 millones de euros y 13 años de trabajo.
Un fallo humano, provocado por la mala conexión de unos cables de los motores que controlan la trayectoria, propiciaba el fatal desenlace.
Días antes, Argentina frenaba la importación de libros españoles por su mala tinta. Se trata del primer cliente del sector editorial español acumulando el 35% de las exportaciones.
Decidió por cuenta propia implantar análisis químicos que, según comentan los distribuidores españoles, son absurdos.
La salida de los libros de los barcos se retrasa hasta 2 meses y hay quien ve detrás una medida para proteger su industria gráfica.
No relajarse, no parar de crecer, fijarse en el más mínimo detalle, contar con que las adversidades pueden llegar en cualquier momento, tener un plan y un plan B, ser constante y jamás acomodarte.
El que se cierra a su actual potencial, sin abrir la mente a nuevos modelos de negocio que puedan ser los que generen de aquí a cinco años, simplemente está perdido.
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