En las guerras del mundo occidental no hay armas, aviones ni fragatas. Hoy día se desarrollan en los despachos y en lugar de ejecutar a sus rivales, se les destrona del éxito del que disfrutaban.
Cuando Uber entró en el mercado, no había legislación suficiente para frenar su expansión. Se encontró con un sector acomodado y un servicio en el que en lugar de ser el cliente el centro, lo era el taxista. Vueltas innecesarias, precios excesivos, vehículos descuidados. A todo ello dio solución esta nueva plataforma.
Puso a los clientes de su lado, y cuando se quiso dar marcha atrás, el hábito y la necesidad ya estaban creados.
Su rápida expansión llamó la atención de otros emprendedores. Cabify se hizo con el mercado nacional y comenzó su expansión internacional. Más allá del transporte, se creó una industria en torno a las VTCs, donde una empresa, Auro, pasó a gestionar la mitad de los viajes de esta compañía.
En un principio amigos, más tarde quiso competir con Cabify por el transporte en empresas, y ahora ya está disponible en nuestros teléfonos móviles. Su servicio es el mismo, su aplicación muy similar y aunque sus tiempos de espera sean ligeramente superiores, se compensa con un precio más bajo.