Pablo y la Libertad de Expresión

Tiene que ser realmente complicado ir a la oficina después de pasar la noche quemando contenedores.

La violencia como elemento negociador.

Mejor la palabra, aunque cuesta más. Más esfuerzo, más tiempo, más momentos de reflexión, más momentos de debate, más momentos de lectura. Darle vueltas al cerebro pensando qué, cómo.

Investigar lo que se ha hecho, el porqué. Estudiar lo que hacen los mejores para aplicar sus enseñanzas. Ver las dos posiciones, reflexionar, empatizar, comparar. Tiempo, todo eso lleva tiempo. 

Es más sencillo calzarte algo cómodo y salir a luchar. Luchar a la vieja usanza, como en la prehistoria, sin cabeza, sin cerebro, sin razón.

Liberando la ira contra quien sea, contra lo que sea.

Masas enfadadas que salen a deshacerse de sus problemas. Masas que saben que los problemas volverán con ellos a casa, no se irán.

Eso sí, su enemigo es el Estado, así, en general.

Destrozos que pagamos todos, aunque algunos los sufran sobremanera. Las soluciones fáciles llevan a salidas inestables, débiles, poco duraderas. Salidas que consiguen sino nada, poco, muy poco.

Pelea con la inteligencia, con la palabra, con el conocimiento, con la sabiduría.


Mejora el país que tenemos que, aunque con defectos, es brillante.


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