Hay miradas que necesitan boca para transmitir el mensaje completo. Todos tenemos una. Aunque luego no seamos capaces de plasmarla en las fotos, aunque se nos queden en el espejo del baño, del ascensor.
Falta algo. En ocasiones dejas volar la imaginación tratando de poner boca a una simple mirada, imaginando la nariz que mejor encaja. La sonrisa se intuye por el movimiento de la mascarilla, por las arrugas que aparecen junto a los ojos.
Aun así, no tiene comparación. Difícil distinguir la real de la que te manda a hacer puñetas. La media sonrisa, la tímida, la de lado, la forzada, la tonta. La sonrisa que va acompañada de rojo en las mejillas.
Todo lo que nos hemos perdido este tiempo. Deberíamos tener una sonrisa perenne por lo vivido, por lo pasado, por estar. Nunca hubo un día más apropiado para celebrar la libertad de expresión.