Saluda solo a los que estén por encima de ti. Porque claro, serás de los del encima y de los del debajo. A los que veas desde arriba nada, en el fondo están acostumbrados.
Puede incluso que si les saludas no sepan siquiera contestar. Te mirarán anonadados, halagados porque un ser superior les dirija la palabra.
A los superiores salúdales todo el rato. Puede haber tantos buenos días como veces te cruces con ellos. De buenos los días pueden llegar a ser excelentes. O repelentes. Si necesitan agua, agua. Si fuman y necesitan fuego, fuego. Aunque tu no fumes, aunque no lo pidan. Busca, busca, vamos. Guau, guau.
A los que estén a tu altura en este mundo categorizado, muérdeles. Son enemigos. Ni saludo, ni mechero, ni agua. Nada de nada. Sonrisas sí, pero de las que esconden maldad, rencor y veneno. De las que van acompañadas de una voz tenebrosa en el interior, como en las películas. Matar.
Eso sí, apréndetelo bien. No vayas a acabar saludando al inferior, llevándole agua al de tu misma categoría y mordiendo al superior. Entonces, llegado ese momento, tu mundo por fuera será igual que el que tienes dentro.