Esa sensación de olvidarte algo cuando viajas. Por muchas vueltas que le des, por muchos listados que hagas.
Repasas tu cuerpo en función de sus necesidades. Vale, pies. Calcetines y zapatos. Piernas. Pantalones, calzoncillos, pantalón corto, bañador, cinturón. Torso. Cabeza.
Sales de casa, cierras. De pronto aparece en mitad del pecho para decirte que algo se ha quedado atrás. Qué será, juraría llevarlo todo. No sé, bueno.
Cuando te vas alejando esa sensación se traslada a la plancha, al fuego, a la luz. Habré dejado todo apagado, Habré cerrado con llave. Demasiado tarde, demasiadas cosas.
Lo básico lo llevo sí. Documentación, billetes, documento de haberme vacunado, documento europeo para la movilidad, documento europeo que verifica que soy europeo, documento que verifica la autenticidad del documento anterior.
Te vas relajando a medida que te acercas al destino. Repasas el neceser y los extras que siempre son necesarios. Auriculares, una lectura, chanclas, kleenex, un jersey por si refresca, un paraguas por si acaso, calzado cómodo por si toca caminar, gafas de sol.