Caída

Sería fantástico que ocurriese de vez en cuando, sin avisar. Recordaríamos lo que era, lo que éramos, lo que no volveremos a ser.

Estaría bien que fuesen horas cada semana, días incluso. Poder desconectar, poner nuestras cabezas en modo silencio. Si no es por obligación, lamentablemente, no sabemos parar. Hemos hecho de una necesidad una obsesión, de un avance un retroceso. Estaría bien no echarlo de menos. 

Volver a pensar en nosotros, hablar con el de al lado, mantener conversaciones pausadas, sin interrupciones, sin vibraciones. Sin necesidad de enseñar fotos, vídeos, mensajes. Todo se expresaría con la palabra, con los gestos. Cuántas risas cercanas nos perderemos, cuántas anécdotas. 

Quizá algún día eliminemos la necesidad de ver si nos han escrito, la urgencia por contestar. Quizá algún día dejemos de ver personas sentadas frente a frente sin dirigirse la palabra. Quizá algún día dejemos de estar pendientes de lo que hace aquel en no sé dónde o aquella un poco más allá. Quizá algún día estemos pendientes de nuestra vida, de nuestros momentos.


De esos momentos que, por estar pendientes de otros, perdemos para siempre.


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