Pelos


Cómo cambia un pelo de estar anclado a dejar de estarlo. Uh, que pelazo, Monísimo, Ideal. La verdad que tienes muy buen pelo y ese peinado es realmente favorecedor.

Hasta que se suelta, hasta que se va. Ahí todo cambia. Se mezcla el asco con las malas noticias. Bueno será que estoy cambiando el pelo. Tratas de convencerte, buscas porqués. De todas formas el resultado es siempre el mismo. Acaben con ese pelo. En el baño, en la cama, en el sofá, donde sea. No tiene que estar, no tiene que existir.

Disculpe camarero, tengo un pelo en la comida. Oh disculpe señor, ahora mismo le retiramos el plato. Están invitados al café, al postre y a tantas cosas como les venga en gana. Pobres pelos. Pasar del todo a la nada en cuestión de segundos.

No sé si lo saben, quizá no exista comunicación entre caídos y anclados, pero si supiesen el futuro que les espera seguro que se agarrarían para no caerse nunca. Me imagino su caída a cámara lenta mientras gritan un largo No y agitan sus brazos tratando de volver donde siempre habían estado.


Y sí, lo sé, los pelos no tienen brazos.

Tampoco gritan.


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